La función principal de un disco duro es almacenar de forma permanente los datos de un computador.
En él se guardan el sistema operativo, los programas y los archivos del usuario (como documentos, fotos, videos o música).
A diferencia de la memoria RAM, que borra su contenido al apagar el equipo, el disco duro mantiene la información incluso sin energía, permitiendo que el computador recupere y use esos datos cada vez que se enciende.
Durante más de seis décadas, los discos duros (HDD, por sus siglas en inglés) han sido el corazón del almacenamiento digital. Desde los enormes equipos del tamaño de un refrigerador hasta las diminutas unidades de estado sólido actuales, su evolución ha sido una historia fascinante de innovación, miniaturización y velocidad.
Los primeros pasos: IBM 305 RAMAC (1956)
El primer disco duro comercial fue presentado por IBM en 1956: el IBM 305 RAMAC. Este gigante pesaba más de una tonelada y ofrecía apenas 5 MB de capacidad, lo suficiente para almacenar unas pocas fotos en alta resolución de hoy.
Su estructura estaba compuesta por 50 platos metálicos girando a 1.200 RPM, con cabezales que leían y escribían datos mediante magnetismo. A pesar de su tamaño, representó una revolución al permitir acceso aleatorio a la información, reemplazando las lentas cintas magnéticas.
Los años 70 y 80: el inicio de la miniaturización
Durante las décadas siguientes, los avances tecnológicos redujeron drásticamente el tamaño de los discos y aumentaron su capacidad. En los años 70, los discos se hicieron más compactos y comenzaron a integrarse en sistemas empresariales y mainframes.
En los años 80, con la llegada de las computadoras personales, compañías como Seagate y Western Digital popularizaron los discos duros de 5,25” y 3,5”, con capacidades que ya superaban los 10 MB. Fue el comienzo del HDD como componente doméstico.
Los 90 y 2000: la era dorada del almacenamiento magnético
Durante los años 90, la competencia entre fabricantes llevó a mejoras impresionantes:
- Se introdujo la tecnología PMR (Perpendicular Magnetic Recording), que permitió escribir datos en vertical, aumentando la densidad de almacenamiento.
- Los precios cayeron significativamente, haciendo posible que cualquier usuario tuviera cientos de megabytes, y luego gigabytes, de espacio.
A comienzos de los 2000, los discos duros ya alcanzaban los 500 GB y se convirtieron en el estándar de almacenamiento para sistemas operativos, programas y videojuegos.
La revolución SSD: velocidad sobre todo
El gran salto llegó con la aparición de las unidades de estado sólido (SSD), que abandonaron los componentes mecánicos y adoptaron memoria flash NAND.
Las SSD ofrecieron:
- Velocidades de lectura/escritura hasta 10 veces mayores.
- Mayor resistencia a golpes.
- Reducción en consumo de energía y ruido.
Hoy en día, los discos duros tradicionales aún se usan para almacenamiento masivo y copias de seguridad, mientras que los SSD dominan el mercado de rendimiento en laptops, consolas y servidores.
El futuro del almacenamiento: más allá del magnetismo
El futuro apunta hacia tecnologías como:
- HAMR (Heat-Assisted Magnetic Recording) y MAMR (Microwave-Assisted Magnetic Recording), que prometen superar los 100 TB por unidad.
- Almacenamiento en ADN y memoria cuántica, que podrían multiplicar la capacidad por millones de veces respecto a los sistemas actuales.


